La central nuclear de Fukushima comprende seis reactores de agua en ebullición en funcionamiento y dos más en construcción, también de agua en ebullición. Los reactores 1 y el 2, aquejados de serios problemas, empezaron a funcionar el 26 de marzo de 1971 y el 18 de julio de 1974, respectivamente, y tienen potencias eléctricas de 460 MW y 784 MW.
El reactor Fukushima I es, por tanto, similar al de la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos). En las centrales de agua en ebullición al agua e refrigeración hierve en el núcleo del reactor y el vapor se extrae de la cúpula de contención por unas tuberías que recorren varias dependencias de la central hasta llegar a las turbinas, donde se genera la electricidad. La estabilidad del reactor depende fuertemente de que se controle la cantidad de vapor en el núcleo, lo que depende de la presión y la temperatura.La situación no puede ser más grave porque se está luchando para enfriar los reactores pero no está garantizado que se consiga mantener la reacción nuclear bajo control. El trabajo de los operadores se ve muy dificultado porque el nivel de radiactividad se ha multiplicado por mil en la sala de control, por lo que los trabajadores que estén realizando las operaciones pueden estar recibiendo dosis radiactivas por encima del nivel permitido, lo que aumentará el estrés y la posibilidad de cometer errores
La explosión producida en Fukushima I muestra los intentos fallidos de enfriamiento del reactor. En las centrales de agua en ebullición el nivel de vapor del reactor es clave para la seguridad, porque la excesiva cantidad de vapor que se produzca en el reactor haría que disminuyera la posibilidad de enfriar el núcleo radiactivo, lo que aumentará el riesgo e accidente. En este tipo de centrales, las tuberías de vapor radiactivo salen de la contención y recorren varias dependencias de la de la central, por lo que la explosión de una tubería hace que la radiactividad escape inmediatamente al medio ambiente. El que se evite un accidente con fusión del núcleo y el consiguiente descontrol de la reacción nuclear pasa por que se consiga enfriar los dos reactores de Fukushima I y II. Si esto no ocurre en las próximas horas, las consecuencias podrían ser catastróficas.
Ha sido necesario evacuar 46.000 personas que habitan en un radio de 20 km en torno a la central. Por cierto que los Planes de Emergencia Nuclear de las centrales españolas sólo prevén actuaciones en torno a los 10 km de radio de las nucleares. Todo esto se suma a los problemas generados por el terremoto. Tras este accidente lo más sensato para el Gobierno japonés es abandonar los proyectos de nuevos reactores y proceder al cierre escaloando de los 55 reactores nucleares que funcionan en Japón.