03-02-06, Por Jorge Gómez Barata
El uranio empobrecido, 1,7 más denso que el plomo, es la sustancia más pesada existente en el planeta, cualidad que la hace ideal como contrapeso en los cohetes, satélites y naves espaciales. Esta propiedad hace que los proyectiles revestidos con ella sean capaces de penetrar prácticamente cualquier blindaje.
Irán está a punto de ser atacado por pretender crear capacidades para enriquecer uranio, mientras, sin limitaciones ni escrúpulos, Estados Unidos y varias naciones desarrolladas, utilizan el uranio empobrecido para fabricar municiones.
En 1999 la aviación de Estados Unidos y la OTAN dispararon sobre Serbia y Kosovo alrededor de 36 000 proyectiles fabricados con uranio empobrecido. En Irak los norteamericanos utilizaron casi un millón de tales proyectiles.
Tal como aparece en la naturaleza, el uranio no es utilizable, razón por la que debe ser enriquecido mediante sofisticados y costosos procedimientos industriales. En esos procesos, como un residuo inevitable, se genera el uranio empobrecido, un material todavía altamente radioactivo, que es preciso almacenar y conservar cuidadosamente. De hecho Estados Unidos dispone de medio millón de kilogramos de los que no podrá deshacerse en los próximos 4,500 millones de años, período que necesita el mineral para dejar de emitir radiactividad.
El uranio empobrecido, 1,7 más denso que el plomo, es la sustancia más pesada existente en el planeta, cualidad que la hace ideal como contrapeso en los cohetes, satélites y naves espaciales. Esta propiedad hace que los proyectiles revestidos con ella sean capaces de penetrar prácticamente cualquier blindaje.
Para más señas el uranio empobrecido es una sustancia pirofórica espontánea, es decir, en el momento del impacto, cuando se generan altas temperaturas, se incendia espontáneamente produciendo un calor infernal que convierte al proyectil en miríadas de partículas, aunque icroscópicas, radioactivas y sumamente pesadas.
Por tales bondades, desde hace 20 años la industria militar norteamericana, utiliza el uranio empobrecido para la fabricación de armas, como refuerzo de los blindajes, para chalecos anti balas y otros usos.
Las sustancias liberadas por el impacto y la combustión de los proyectiles revestidos con uranio empobrecido, se mezclan con el aire, el agua, el polvo y los alimentos, incorporándose a la cadena alimenticia y al ciclo del agua y llevadas por el viento y la lluvia llegan al mar y a los ríos que las arrastran a miles de kilómetros del lugar en que originalmente se utilizaron donde son inhaladas o tragadas. Los proyectiles con ese material, no sólo matan a los combatientes durante el momento del impacto sino que afectan a la población civil durante toda la eternidad.
Tras la Guerra del Golfo, investigaciones epidemiológicas internacionales han asociado el empleo de uranio empobrecido con la parición de nuevas enfermedades, así como con la elevación de la frecuencia de otras. Lo más dramático son el aumento de las malformaciones congénitas y cáncer, tanto en la población civil de Kosovo e Irak, como entre los militares que estuvieron expuesto a las sustancias y su descendientes. Este hecho ha dado lugar al llamado “Síndrome de la Guerra del Golfo”.
Enriquecido para fabricar bombas atómicas o empobrecido para recubrir las ojivas de los proyectiles convencionales, los blindajes de los tanques o los chalecos anti balas que cargan los soldados, el uranio es una sustancia que utilizada con fines bélicos se ha convertido en maldita y su uso debiera estar prohibido para todos, no sólo para Irán que todavía ni siquiera cuenta con capacidad para producirlo.
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