La energía nuclear no es la solución al cambio climático
CLIMA 13/02/2006
En los últimos tiempos desde algunos sectores se han alzado voces que sugerían que la energía nuclear podría ser la solución al problema ambiental más importante al que se enfrenta la humanidad: el cambio climático. Es evidente que los reactores nucleares en sus procesos de transformación de la energía no emiten gases de efecto invernadero. Pero, ¿son realmente una alternativa creíble al cambio climático?
El análisis de los datos refleja que el 6% de la energía producida en el mundo se realiza mediante nucleares, mientras que el 16% de la electricidad se produce con estos métodos. Para que la energía nuclear fuera una alternativa tendría que multiplicar su producción por 6-10. Asimismo, tendrían que efectuarse una serie de cambios tecnológicos bastante complejos en lo referente, por ejemplo, a los sistemas de transporte e industriales. Nadie se imagina coches movidos por energía nuclear.
En el caso de que se extendiera el uso de la energía nuclear, la dificultad para mantener el control y la seguridad aumentaría enormemente. La probabilidad de un accidente se multiplicaría al menos por 7, pasando a ser de un accidente cada 4 o 5 años. Además, la energía nuclear se extendería a países con pocas garantías, con lo que los problemas de seguridad crecerían todavía más.
La extensión nuclear crearía aún más residuos radiactivos que en la actualidad, ya que se mantienen peligrosos durante cientos de miles de años. De esta manera habría que gestionar más de 100.000 toneladas de residuos de alta actividad cada año, un tipo de residuos para los que todavía no existe una solución satisfactoria. Y nos encontraríamos de nuevo con el problema de la gestión de los residuos en países con un bajo grado de protección ambiental.
La extensión de la energía nuclear haría extremadamente complicado a organismos como la OIEA (Organización Internacional de Energía Atómica) el control de las tecnologías de doble uso, utilizadas para el armamento nuclear. El riesgo de contrabando de plutonio aumentaría, con el consiguiente peligro de fabricación de bombas atómicas. Asimismo se facilitaría la posibilidad de producir bombas sucias (bombas convencionales recubiertas de material radiactivo).
En cuanto a los costes de fabricación hay que señalar que la construcción de un reactor supone unos 4.500 millones de euros. La extensión de 3.000 reactores ascendería a 13,5 billones de euros, lo que significa, por ejemplo, más que todo el PIB (Producto Interior Bruto) español. A todo esto hay que añadir que el tiempo que tarda en construirse un reactor nuclear es de 10-12 años, periodo que puede alargarse debido a la escasez de medios.
En el caso de que se produjese esa hipotética extensión de la energía nuclear, haría falta mucho más combustible para alimentar todos los reactores. Este combustible no es renovable, es finito, se agota. Existen reservas de Uranio baratas para 60 años al ritmo actual de demanda, y 100 años de reservas caras. La extensión nuclear disminuiría las reservas de 100 años a 15 años (a 8-10 años en el caso de las baratas). Esto supondría que las altísimas inversiones anteriormente descritas sólo tendrían 10-15 años para obtener beneficios, y justificarse.
Por todo esto, la energía nuclear no es una alternativa al cambio climático. De hecho, nunca ha sido una solución, todo lo contrario, ha sido siempre un enorme problema. La energía nuclear supone un peligro para los habitantes del planeta, tanto mayor cuanto mayor sea su extensión.
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